7 de septiembre de 2007

miedo y muerte

La otra noche soñé que me secuestraban las FARC.
No, no es chiste. Menos es para reírse si es que alguien lo encuentra muy divertido.
Atribuyo esta psicosis a dos razones.
La primera y más importante es que mi amiga Vane, la francesa que conocí en Barcelona, está de intercambio en Bogotá. De acuerdo, Bogotá no es Medellín, y Medellín está menos peligroso, de acuerdo, pero igual es muy distinto irte al caribe colombiano de vacaciones que irte a una ciudad a vivir. No sé, puede ser una dosis de prejuicio y otra dosis de influencia mediática, pero la cosa es que eso soñé.
La otra razón es que la Gatopardo tiene siempre de tema el conflicto de la guerrilla colombiana, y justo leí un artículo que me impresionó mucho. Bueno, todo eso en una coctelera y dio como resultado un aterrador sueño de secuestro en la selva colombiana.
Al día siguiente de este sueño, que me impidió dormir bien y me tuvo todo el día con sueño, me contaron dos amigos que dos personas que conocían murieron de manera muy trágica. Fuerte, pero cierto.
Después que me contaron con La Pao hablamos mucho rato de la muerte, de enfrentarla, de asimilarla, de verla como un paso, de las lloronas y los lutos.
Es impresionante como en Latinoamérica la muerte está tan presente. Más increíble aún es lo aislado que estamos en Chile de estas realidades, que nos llegan por escrito o por la tv pero no las vivimos con la certeza que se vive en las favelas o en los pueblos acechados por las guerrillas.
También es cierto que en las poblaciones en Santiago hay muchas personas que sufren por la delincuencia, pero yo creo que la proporción y la escala de violencia que se vive en otros países, la inseguridad constante, la muerte como un estado latente, aún no somos capaces de dimensionarla.
Ojalá nunca lo hagamos porque nunca lo tengamos.
Es muy fuerte que mi pánico en los sueños hay mucha gente que lo siente en la vida real.

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